La ruptura de una pareja nunca es fácil, pero es importante que los cónyuges hagan todo lo posible para facilitar el proceso. Actualmente el procedimiento más rápido para romper el vínculo matrimonial en España es el conocido como divorcio exprés. A continuación, explicamos cuáles son todas las opciones judiciales que existen.
Divorcio amistoso
El divorcio amistoso conlleva una serie de ventajas. La primera y más importante es el considerable ahorro de tiempo ya que existe un acuerdo entre ambas partes. No es necesario alargar el proceso de divorcio con negociaciones y procesos judiciales. Además, supone un importante ahorro económico con respecto al divorcio contencioso ya que ambos cónyuges están asistidos por un único abogado y representados por un único procurador.
El convenio regulador es un documento en el que se reflejan todas las medidas que van a regir el divorcio amistoso, las cuales han sido acordadas por ambos cónyuges.
- Guarda y custodia de los hijos: si hay hijos menores frutos del matrimonio, los progenitores deben decidir si tienen la custodia compartida, o si en cambio uno de ellos tiene la custodia en exclusiva.
- Pensión de alimentos: en el caso de hijos menores, en este documento también se indica la pensión alimenticia, así como sus bases de actualización y garantías.
- Vivienda familiar: el convenio regulador también recoge el uso de la vivienda familiar.
- Liquidación del régimen económico del matrimonio: en el convenio regulador también se establece el reparto de bienes de los cónyuges.
- Pensión compensatoria: si el divorcio causa un desequilibrio a nivel económico para uno de los cónyuges, se establece una pensión compensatoria para el mismo.
Divorcio exprés
El divorcio exprés es una modalidad del divorcio amistoso, en el que ambos cónyuges pueden tramitar el divorcio ante notario, siempre y cuando no haya hijos menores de edad. Es un procedimiento más sencillo y rápido que el judicial.
El abogado presenta el convenio regulador al notario, junto con la escritura de divorcio. El notario comprueba que no hay ningún acuerdo perjudicial para las partes y, una vez verificado, el Juez aprueba el convenio regulador.
Divorcio contencioso
El divorcio de mutuo acuerdo siempre es la mejor opción. Sin embargo, hay ocasiones en las que los cónyuges tienen diferencias irreconciliables y no son capaces de llegar a un acuerdo. En este caso, es necesario iniciar un proceso judicial, cada uno con su propio abogado.
Uno de los cónyuges presenta la demanda de divorcio, en la que deben aparecer reflejadas todas las medidas que considere oportunas sobre la guarda y custodia de los hijos, el uso de la vivienda familiar o la liquidación del régimen económico del matrimonio, entre otras cuestiones. En un plazo de veinte días, el otro cónyuge debe dar una respuesta, mostrando su conformidad o disconformidad ante las medidas solicitadas.
Una vez respondida la demanda, ambas partes deben acudir a un juicio oral. El Juez revisa las pruebas que aporten cada uno de los cónyuges y, si hay hijos menores de edad fruto del matrimonio, interviene la Fiscalía de Menores para velar por su bienestar. Una vez celebrado el juicio, el Juez dicta sentencia y fija las medidas que van a regir el divorcio.
Por último, cabe señalar que uno de los principales consejos que dan los expertos para resolver un divorcio es el de mantener a los hijos al margen del procedimiento. Por complicado que parezca, las partes deben racionalizar la situación, evitando dejarse llevar por los sentimientos.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística, el 78,9% de los divorcios en España son de mutuo acuerdo. Es más económico que un divorcio contencioso y supone un ahorro de tiempo y dinero. Además, el impacto emocional es mucho menor.